sábado, 16 de agosto de 2008

CAPÍTULO 15 Y UN ESGUINCE (de bonus track)

Vayamos al grano, que los otros destinos eran mucho más caros e inseguros por citar dos cosas que eran.

J Reenviado ya despuntó en su juventud cuando formaba parte del famoso Grupo de los Seis. Decimos "famoso" porque había otro grupo también de seis mucho más famoso conocido como el mucho más famoso Grupo de los Seis. Tan famoso que casi eran siete.

A lo que íbamos. La notoriedad de J Reenviado en el Grupo de los Seis fué tal que bien pronto dimitió para empezar una brillante a la vez que deslumbrante pero nunca efervescente carrera pictorico-musical y sofística en solitario. Al dimitir, el grupo se refundó y se rebautizó como el famoso Grupo de los Dos (J Reenviado valía por cuatro) alcanzando un impacto discreto y una taza de té situada encima de un armario rococó.

Así pues, una vez iniciada su andadura la terminó con una exposición de autoretratos anónimos de perfil, que impresionaron a la crítica de la época. La crítica era Maria Esperanza Ruedacabezas, crítica a la vez que persona gastronómicamente capaz. Ella fue crucial en la carrera de J Reenviado, aunque él nunca lo supo y ella nunca lo quiso.

Del esguince del título los biógrafos no dicen nada, vamos a probar con los radiólogos, a ver si hay más suerte.

miércoles, 30 de julio de 2008

CAPÍTULO 14 (sin rima por falta de presupuesto)

Sí, lo confesamos de nuevo, porque confesar dos veces es algo distinto a confesar y eso podría arrojar luz sobre el tema tratado, aunque no mucha luz ya que, como anticipa el título, no hay presupuesto y menos para luz (¿para cuando títulos que no anticipen?)

Sí, insistimos (y ya van tres), a J Reenviado le llegó la notoriedad notablemente tarde, entre las diez y las once. Es por esto que existen biografías basadas en personalidades que concierom a J Reenviado antes de hacerse famoso, incluso antes de hacerse. Vecinos, por ejemplo. La eminente antropologotica profesora de la escuela de Viena, Ingrid Wolgfang von van de Kerfov jr, Ingrid para los expertos, defendió la teoría, inédsta hasta entonces, de que J Reenviado era una proyección edipoparafreada de los vecinos de un barrio muy afectado por el hecho de no contar, entre ellos, con una figura del calibre de J Reenviado. Teoría esta que Ingrid defendió con intensidad rubia y paradigmas extraídos de la gastronomía japonesa. Más trade defendió a su tortuga porqué una nube la atacaba.

¿Es J Reenviado una alucinación vecinal? ¿Es un vecino una reinvención alucinada? ¿Es esto una pregunta? ¿Es posible que el final de este capítulo coincida con el final de esta pregunta?

jueves, 12 de junio de 2008

CAPÍTULO TRECE, AGARRA PERO NO CUECE

No sólo fue acusado J Reenviado de falsedad de catarro sinó que también lo acusaron de extorsión dionisíaca en sol menor, hecho que le provocó un catarro de dimensiones científicas. Pocos por no decir "orangután", "hincapié" o "pluscuanperfecto", porque no viene al caso, lo defendieron. En esa época, callar, especular y lucir opiniones psicomayoritarias era lo que se llevaba. Y se llevaba bien. Y aún así, hubo una contra voz que transgredió la uniformidad neoparlante hasta el extremo de componer en estilo barroco nueves suites para violoncelo copiadas de las de J.S.Bach, pero sin violoncelo. Nueve suites donde se simbolizaba la injustica de las institucines, lo incomprensible del engranaje politicoreproductivo y lo mal que funcionaban los bolígrafos de punta fina en esa época del año. Afortunadamente para la autoridad impresionable, los símbolos no estaban de moda en aquél entonces y nadie los interpretó provocando problemas semioticocapilares en los pensamientos más estereotipados del compositor cuyo nombre no ha sido revelado jamás porque suena muy mal y estropea cosas. Todo esto según el eminente Dr. Rupert Sasún, de la Fundación Neumónico-Capilar de Innsbruck, tocando al mar por la costa, cerca de Cádiz, pero sin mirar atrás.

Porque, hay que confesarlo, el talento de J Reenviado no fue valorado en su justa medida (13 metros 27 centímetros de los de antes) hasta mucho después, sin concretar demasiado cuanto después. La respuesta a ello ("ello" según la traducción croata, "olla" según la búlgara y "protuberancia" según la Asociación en Defensa de las Protuberancias) está en la escucha atenta de las variaciones Goldberg durante seis semanas sin apareamiento de ningún tipo, ni cóncavo ni morfológico. Lamentablemente es una respuesta a una pregunta formulada décadas después, como la mayoría de grandes respuestas, como por ejemplo: las doce y cuarto; esa señora; o al fondo a mano derceha, que también son grandes respuestas pero sin la trascendencia conceptual de otras como: metafísica aristotélica; psicoanálisis; garrapata.

viernes, 9 de mayo de 2008

CAPÍTULO DOCE Y DUODÉCIMO, ESTUPENDO Y TAMBIÉN PÉSIMO

La prestigiosa antropóloga Prístina Gialla se anticipó al afirmar que J Reenviado componía con blancas oscurecidas y bemoles atrincherados. Se anticipó a ella misma, porque tenía previsto afirmarlo un dia después. Pero afirmar la empujaba a la precipitación sabática. El famoso antropólogo Johan Johan de Estupefacto matizó la afirmación de la prestigiosa antropóloga Prístina Gialla, al afirmar que las oscurecidas no eran las blancas sinó las corcheas y todavía matizó más al afirmar que las corcheas eran salvajes formulaciones que, ya matizando del todo, desprenían psicomotricidades aromáticas de bajo coste o low cost, ahora no recuerdo. Tan rica polémica provocó que siete antropólogos sin caries se reunieran un jueves cualquiera. Encontrar uno cualquiera no fué fácil, porque la mayoría de jueves tienen número y pertenecen a un mes. Estuvieron cinco semanas debatiendo hasta llegar a la conclusión de que eran seis y no siete los antropólogos reunidos. Había resultado que uno tenía caries y se habían visto obligados a expulsarlo disimuladamente.
Nada de esto afectó lo más mínimo la producción sistemática de la obra sin par de J Reenviado, que lejos de polémicas y de Budapest, inauguró la famosa exposición: cuadros a cuadros. Esta exposición marcó el rumbo de la historia de la pintura, incluso la del pasado, obligando a todos los pintores clásico a repintar sus obras, hecho que algunos aprovecharon para ir a la peluquería. Fué en aquella época cuando la madre de J Reenviado acusó a su hijo de haberla engañado con un falso catarro, a lo cual J Reenviado contestó con un dignísimo: ¡aaaaaaatchís!

jueves, 8 de mayo de 2008

CAPÍTULO APROXIMADAMENTE ONCE (11)

Lo que nunca se ha contado de J Reenviado es que, a pesar de que no se ha dicho nunca, J Reenviado era poeta, muy poeta, sobretodo de seis a cuatro, en Holanda. Se sabe que escribió allí sus sonetos sin palabras esdrújulas y dibujó sus dibujos, también sin esdrújulas. Se sabe pero no se ha dicho nunca porque nadie todavía había tenido tiempo de decirlo. Y también compuso su entonces famosa pero ahora olvidada sonata, cuyo título no se puede recordar si no es en Holanda, de seis a cuatro. Dicho todo lo dicho, se entiende mejor la primera etapa poético-agridulce de J Reenviado. Aunque entendiéndose mejor no se disfruta más, ni siquiera en Holanda. Más bien lo contrario, de seis a cuatro.
Pero no podemos olvidar que J Reenviado... Bueno, sí podemos olvidarlo, y lo hemos hecho. Así que vamos a referirnos a un nuevo episodio de su vida que nos ayudará a comprender la capacidad plástica así como duodecimal, de la creación sin par y sin esdrújulas de J Reenviado. Siempre en Holanda, aunque este extremo no ha sido confirmado. Está confirmado otro extremo, el izquierdo, no, más a la izquierda, sí, este, este extremo, que visto desde aqui no parece un extremo, parece un hueco sin razón. Aunque desde Holanda lo parece menos y no precisamente de seis a cuatro.
J Reenviado tuvo tres u ocho etapas como poeta, todas conglomeradas en una, que duró poco, de seis a cuatro más o menos, aunque más menos que más. Suelen dividirse en:

1. etapa prenatal
2. etapa búlgara
3. etapa risueña
4. etapa natal
5. etapa intermedia
6. etapa final
7 etapa búlgara (II)
9. etapa
8. etapa enojada porque el 9 se le había colado

miércoles, 19 de marzo de 2008

CAPÍTULO DIEZ, ASÍ, TAL CUAL, COMO UN PEZ (Visca la tieta Clara!)

De J Reenviado se han comentado muchos aspectos biográficos que habría que matizar. No es cierto, por ejemplo, que se hayan comentado muchos aspectos biográficos. Esto habría que matizarlo, tanto lo primero como lo segundo, incluso lo tercero, no sabiendo exactamente qué es lo tercero –luego habría que matizarlo también.

Es bien conocida la afición de J Reenviado por las apuestas súbitas, pero como es bien conocida, no la detallaremos. La velaremos y la sacaremos a relucir un jueves reluciente para que así reluzca la afición, el jueves y una tercera cosa que no sabemos qué es ni si es cosa o todo lo contrario, no sabiendo tampoco que es lo contrario de una cosa, pero sabiendo otras muchas cosas que no vienen a cuento. A cuento viene (viene a pié, porque es un cuento de una sola pierna) la idea generalizada de que la obra de J Reenviado es una ruptura radical con el pasado. No es cierto. Sin el pasado no hubiera podido coger la inercia necesaria para transformar el presente hasta el punto de romper radicalmente con el pasado. Porque J Reenviado era de naturaleza práctica y emprendedora, por eso cuando hacía una cosa se le notaba.

En esa época, su afición a la composición a ciegas le llevó a componer site oráculos sónicos en forma de saca-corchos, muy valorados entre los expertos (los saca-corchos, no los oráculos). Los expertos (de saca-corchos, no de oráculos) nunca entendieron porqué había que poner un guión entra saca y corcho, y lo quitaron, convirtiéndose en saca-guiones y consolidando la palabra sacacorchos. Y todo sin haber escuchado jamás los oraculos sónicos de J Reenviado, extremo éste que su compositor ya había previsto. De hecho había previsto que nadie nunca escuchara sus siete oráculos sónicos y por este motivo y tres más irrelevantes guardó las partituras en un cajón conviriendo las siete obras en música posible pero nunca ejecutada. Lo hizo con intención, porque J Reenviado no podía tolerar la contradicción de tener que ejecutar sus partituras para darles vida. Otras contradicciones las toleraba estupendamente, pero esta no, sobretodo porque el médico le había recomendado no tolerar algo de vez en cuando.

domingo, 24 de febrero de 2008

CAPÍTULO NUEVE O NOVENO QUE ESTO NO TIENE FRENO

Y justo entonces pasó algo que ya ha sido contado así que no lo vamos a volver a contar por falta de presupuesto, tiempo y capacidad.

Y sin embargo, en aquella época J Reenviado comía a grandes rasgos y aspiraba el oxígeno ajeno. Era delgado, pero no lo parecía, parecía incrédulo. Miraba de reojo sin abrir los ojos y fermentaba teorías sobre dos o tres aspectos que no llegó a adivinar. Como es sabido, en aquellos primeros años fue boxeador, bailarín, pintor, reparador de palillos, víctima, tertuliano mudo, reserva, defensor de causas que empezaran por A y borracho; todo a la vez y el mismo día. El día siguiente se aburrió y empezó su famosa trilogía de cuatro volúmenes. Empezó por el cuarto porque los otros tres los había perdido sin haberlos escrito, hecho que le afectó muy negativamente hasta el punto de que nunca llegó a escribir el cuarto volumen. En una carta enviada a su hermano se lee (quien lo lee no se sabe):

Pienso en el cuarto volumen. Lo veo rojo y no tan rojo: azul. Lo veo liviano, iluso, ilustrado, cóncavo, muy cóncavo. Y de trazos eruditos, aunque irrelevantes. No encuentro editora que lo publique. No encuentro las llaves de casa. ¿Cómo te encuentras? Me debes dinero.

Esta carta, fundamental para comprender ciertos aspectos de J Reenviado que a pesar de esta carta no se entienden en absoluto, la envió a su hermano, que no la leyó porque por aquél entonces J Reenviado no tenía hermano, o lo tenía lejos, hay diversidad de opiniones al respecto.

(capítulo dedicado a Laura, comentarista que ha hecho avanzar la siempre apasionante historia, nada apasionante, de J Reenviado. Y a la tieta Clara, lectora, fan, seguidora e inspiración astronómica de J Reenviado y de tantas otras cosas sean o no sean J Reenviado)