viernes, 8 de enero de 2010

CAPÍTULO DECIMIOCTAVO DONDE SIGUE SIN APARECER GUSTAVO

Y PASÓ EL MOMENTO. Y pasó en autobús, un autobús sin número porque sólo había presupuesto para el conductor. Así pues, pasó el conductor y J Reenviado no estuvo allí para contarlo lo que le inspiró una sonata desprovista de interés pero crucial para el desarrollo de la danza contemporánea del suroeste de los paises del este de la parte norte del sur de la periferia del lateral arqueado. Y la danza exigió música y J Reenviado se la puso aunque se la puso al revés y las manos aleatorias aplaudieron al azar y también a J Reenviado. Y hubo risas y gritos y cánticos y truenos estruendosos y girasoles con tortículis. Y un calambre. Y las generaciones posteriores reaccionaron de tal manera que no pudieron desprenderse de la influencia desprendida de J Reenviado y su sonata sin interés pero con aureola doméstica. Y fué así o de otra forma que no es de recibo comentar como J Reenviado cambió la historia de la danza contemporánea por no haber cogido el autobús aquella noche soleada. Y cuando cumplió años, 33 o 45, porque los cumplia inexactos, le cantaron cumpleaños fatal, lo que confundió a su madre, que todavía no lo había tenido pero se lo estaba pensando. Y confundida, continuó pensando.

1 comentario:

Ferdinand dijo...

Señor Blue, ya es hora de que confiese que J Reenviado es... SU PADRE!